(Anna Devis y Daniel Rueda)
¿”Arquitecto” en nuestros días es aquel que tiene capacidad legal para diseñar y construir edificios? La respuesta es “sí, y no sólo”. annandaniel sin mayúsculas, todojunto y añadiendo “un nada” que le da un sentido nuevo (muy simbólicas las tres cosas), son dos arquitectos que se presentan como fotógrafos y que encarnan el talento, el buen gusto y la empleabilidad ensanchada de la profesión. Arquitectura, fotografía, moda, color, y composición son sus herramientas de trabajo. Hacen parecer fácil lo difícil y sencillo lo sofisticado. Llevan con acierto al límite el Miesiánico “menos es más” y elevan a la categoría de arte la observación del detalle fino arquitectónico que, a través de sus ojos, y con una mínima intervención adquiere un significado nuevo y abre una nueva ventana de acercamiento a la Arquitectura. Algo que les ha valido el reconocimiento en 2020 de la prestigiosa revista Forbes en su “Top under 30” donde se reconoce el talento de jóvenes que despuntan alrededor del mundo.
DEL USUARIO y HABITANTE AL CLIENTE y ESPECTADOR
El arquitecto trabaja para generar el escenario vital de las personas que habitarán ese espacio transformado y acondicionado para la vida y el deleite espiritual. Anna y Daniel sin embargo, generan valor a través de la imagen que da un nuevo sentido a lo ya existente. Son sastres a medida que cosen espacio, color, forma y persona con el hilo conductor de una idea, para convertirlos en un nuevo y bello mensaje. No querrían hacer otra cosa y han convertido sin buscarlo su ocio en su negocio, tras haber trazado con mucha dedicación y esmero su propio camino. Casi sin haberlo pretendido es ahora a ellos a quienes buscan empresas como Swatch, Disney, Netflix, Smart, CNN, Facebook, Nissan, Tencent, LG, Huawei, Cocacola, Pantone, Ibis Hotels o Kenzo para generar imágenes que asociar a sus marcas.
EL ARTE DE NOMBRAR LAS COSAS
“El mundo era tan reciente que las cosas no tenían nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo…”. Eso sugería Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. Cada cosa tiene un nombre que nos permite relacionarnos con su existencia, y cuando lo creado es nuevo, precisa también de un nuevo nombre. Así ellos, que con su alquimia visual viven inventando nuevas realidades a partir de combinar elementos que al unirse cambian de significado, necesitan también inventar y jugar con las palabras para nombrar la nueva realidad que nace de su mezcla. Del acertado nombre de las cosas muchas veces depende buena parte de su éxito. Pocos saben que “Cien años de soledad” en el origen iba a llamarse “La casa”, ¿Quién sabe si la obra y su autor habrían corrido el mismo destino? Ellos miden sus palabras hasta conseguir que hagan cosquillas a la imaginación y estimulen el cerebro para ir con ellos más allá de lo evidente como hace el poeta nombrador Fernando Beltrán. What the Hat, Happytecture, Curiocities, Social Ying Yancing, Cyan-ce Fiction, Block Friday… Con ellos a veces también es necesario “leer para ver”.
LA PERSONA COMO CENTRO IRRENUNCIABLE DE LA ARQUITECTURA
La arquitectura no tiene sentido sin la persona que la habita y la completa, defiende Tadao Ando. Así las arquitecturas buscadas y transformadas en mensajes parlantes por Anna y Daniel carecerían de sentido sin la persona que las dota de nueva significación. La persona está muy presente y visible en todo el proceso. Su presencia reinterpreta el lugar, le da escala, humaniza y da vida a lo inerte, cambia su valor icónico y simbólico. El fotógrafo se vuelve fedatario de la nueva realidad y tan solo limpia la mirada interpuesta para evitar ruidos e interferencias. Y quien la observa es quien recibe el arte-regalo final. Probablemente quien haya visto su trabajo cambiará la percepción del lugar fotografiado y encontrará matices y mensajes que enriquecerán su entendimento.
EL COLOR COMO MATERIAL
Parece contradictorio que quien se viste habitualmente de blanco y negro o de colores planos en su vida cotidiana sea capaz de encontrar en el color un manantial tan abundante de inspiración. El trabajo de annandaniel es un arcoíris que toca toda la paleta de colores y que los explora y exprime en toda su profundidad, significancia y capacidad simbólica y emocional. No es de extrañar que la marca de color por excelencia Pantone les buscara a ellos para una de sus campañas.
LA LUZ QUE DA VIDA Y TRANSFORMA EL ESPACIO
Las 6:00 de la mañana es la hora de las fotos sin sombras duras. Eso lo saben bien todos los que fotografían arquitectura. Madrugar para buscar la luz exacta es parte de la forma de vida de quienes necesitan arrojar luz sobre su trabajo. A esas horas las calles están vacías y se puede trabajar con más libertad en el espacio público que ellos convierten en momentáneos escenarios de su trabajo. Un ejemplarmente respetuoso Street art efímero. También, saben jugar con la luz y la sombra. Una forma de entender cómo la arquitectura reacciona al paso del tiempo con distintas periodicidades y marcando ritmos y momentos singulares. La luz da vida a lo inerte y añade una cuarta dimensión al espacio físico.
VER – MIRAR – OBSERVAR Y SABER RECORTAR O AMPLIAR LA REALIDAD
“Ser fotógrafo es saber recortar la realidad” decía Julien Hervé el fotógrafo de cabecera de Le Corbusier. La mayoría de las personas se conforman con “ver”. Percibir a través de los ojos, sin mucha atención ni esfuerzo, lo que ocurre a su alrededor. El fotógrafo va más lejos. Está entrenado para “mirar” a su entorno con intención, buscando la belleza existente, para quedarse con la porción de la realidad que, por su encuadre, punto de vista, distancia focal, luz, o la composición de su escena resultan activos o novedosos. Pero un paso más allá está el “observar” el mundo como lo hace el artista, que no solo ve “lo que hay”, sino que percibe las relaciones que se establecen con el cosmos y las sugerencias que de ello nacen, ideando así “lo que podría haber”. Ese talento es el que distingue a las personas que son capaces de hacer avanzar el mundo o de crear belleza y asombrarnos con ella.
SENTIDO DEL HUMOR AMOR
Existe mucha gente inteligente sin sentido del humor, pero es difícil encontrar gente con sentido del humor que no sea inteligente. El sentido del humor transforma la interpretación de la realidad y la vuelve más interesante y novedosa. La comprende y juega con ella volviéndola más amable, (susceptible de ser amada). El amor a las personas, a nuestro entorno, y especialmente a nuestro trabajo se detecta fácilmente y se transforma las relaciones y en el resultado de nuestro quehacer. Es el verdadero combustible de la vida y parte del secreto de la felicidad. Es habitual que los grandes maestros estén profundamente enamorados de su disciplina y le dediquen gran parte de su vida sin reservas que sin darse cuenta les absorbe intensa y extensamente. Anna y Daniel traslucen ese amor por el trabajo bien hecho, se les nota de lejos y sobre todo de cerca, en esos detalles, que aunque no todo el mundo pueda verlos, importan.
HONESTIDAD DELANTE Y DETRÁS DEL VISOR
Viviendo en el tiempo del tratamiento digital de las fotos, donde todo vale a la hora de generar belleza, parecería que la honestidad y relación directa entre el resultado y el modelo no importa tanto. No hay límites, y cualquier medio vale para presentar una realidad distorsionada o dopada hasta el punto de que nos decepcionaría saber cual es el origen del arte final. Por esto, resulta tan disruptivo que ellos, se autoimpongan la condición de que la foto final es lo que en algún momento fue verdad y se veía a través del visor. Esta condición de trabajo añade valor y coherencia a su arte. La honestidad durante el proceso creativo habla bien de quien la práctica, obligándole a depurar su arte para coser sin artificios realidad y resultado. Como la buena comida, las buenas relaciones y las buenas personas.
Más sobre ellos en sus cuentas de Instagram (aquí y aquí).
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