La ciudad del mañana

Jaime parra nos hacer llegar estar reflexión concretando tres claves para diferenciar la buena arquitectura de la que no lo es.

Edificando legado: La ciudad del mañana

La semana pasada volvía en el metro a casa cuando, en una parada, me fijé en un cartel en el que ponía “todo lo que veo me sobrevivirá “. Esta era una exposición del artista Juan Muñoz; pero, simplemente, la premisa de la que partía me hizo pensar. Pensar en el papel del arquitecto sobre el futuro, no solo de la ciudad, sino de la civilización. Realmente, los arquitectos salimos (o deberíamos salir) de la escuela con la misión de mejorar la forma de vida de las personas mediante nuestra actividad profesional. Sin embargo, muchas veces, se olvida el papel de la ciudad en pos de satisfacer la necesidad del individuo, provocando situaciones urbanas y arquitectónicas de dudosa calidad. De hecho, no solo se olvida el papel de la ciudad sino el papel del tiempo, el tiempo que pasa por nosotros, por nuestras obras y lo que nos rodea (¡solo que estas últimas dos nos sobreviven!). ¿Significa esto que tenemos que construir pensando en la ruina, como se llegó a hacer hace no muchos siglos? Personalmente, no creo que sea necesario llegar a tal nivel.

Aún con todo, sí creo que hay que tener en cuenta varios factores a la hora de proyectar que, a día de hoy, son vitales para realizar un proyecto de buena calidad (aunque con algunos de estos puntos no esté descubriendo el fuego a nadie).

En primer lugar, el entorno debe ser clave a la hora de proyectar. De aquel que proyecta la misma casa en Santander y en Málaga no hay que fiarse, incluso siendo menor la distancia entre parcelas. Cada una es una oportunidad única. Cuando se proyecta, hay que dedicar un buen tiempo al estudio del lugar, de cara a no conocer tan solo el paisaje o la topografía, sino la flora, fauna e incluso factores sociales, políticos, económicos y culturales. En mi opinión, el estudio de estos últimos factores es de hecho un paso importante entre un buen proyecto y un proyecto más. Esto es poder dar un significado al proyecto y que este pueda causar un impacto positivo real en la zona en la que se va a realizar.

En segundo lugar, el habitante debe ser central en cualquier proyecto, dado que él va a ser quien utilice el proyecto y saque partido de él. El término habitante normalmente se suele reducir a aquel que vive en una casa; pero, creo que es más amplio que eso. Usuario es una palabra demasiado fría para expresar todos los sentimientos que la buena arquitectura debe provocar en quien la experimenta. Porque el habitante es el que experimenta la arquitectura. Por ejemplo, lo normal al proyectar un hospital es pensar para el paciente, pero la diferencia entre un buen proyecto y un proyecto más sería pensar en los doctores o en los acompañantes del paciente. De esta manera, promoviendo la empatía más extrema, la experiencia del habitante mejoraría al máximo.

En tercer lugar, el arte. Aunque sea algo muy difuso, ningún proyecto podría emocionar ni mover los sentimientos sin, por lo menos, una pizca artística. Además, en un momento en el que las inteligencias artificiales están en boga, lo que nos diferenciará de ellas serán los sentimientos. Huelga decir que, estos son -o, por lo menos, deberían ser- algo intrínseco en la arquitectura. Sin ellos sería simplemente edificación. Un edificio debe tener la capacidad que tiene un cuadro bueno de hacerte parar delante de él (o en el caso de un edificio, entrar en él) y mirarlo fijamente hasta creer descubrir dónde está ese punto de atracción que sientes hacia él. Este último punto es, sin duda, muy difícil de explicar, pero aquí es donde entra verdaderamente en juego la habilidad del arquitecto. Esto es lo que diferencia un buen arquitecto de un arquitecto más, pudiendo crear así buenos proyectos, y no tan solo proyectos corrientes.

En conclusión y a mi modo de ver, la buena arquitectura debe cumplir los 3 puntos antes mencionados para separarse de la “arquitectura sin más”. Los arquitectos tenemos un papel muy importante, dado que somos los escritores de los próximos capítulos de nuestras ciudades y nuestra civilización.

¿Queremos que estos sean capítulos recordados por el ego del individuo y el capricho injustificado? ¿O por el contrario queremos que sean recordados por la empatía, el amor al arte y al entorno y, en definitiva, por las ganas de hacer las cosas bien? La respuesta está tan solo en nuestras manos, pero, personalmente la tengo clara.

Autor: Jaime parra

Sobre el autor: Jaime Parra (Zaragoza, 2002) es un estudiante de cuarto curso de Arquitectura en la Universidad Francisco de Vitoria y becario de RRSS del grado en Arquitectura en la misma universidad. Becas Europa Edición XV, miembro de Nova Talent, finalista de la 111 Student List Nova Talent 2022, beca Be-Talent, beca Fundación Botín 22-23, cuarto puesto del Santander Explorer UFV 2023.

arquitectura antigua

 

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