Aprender a mirar despacio

Jaime Parra nos hace llegar este texto tan bello.

La arquitectura necesita silencio. No el que aísla, sino el que permite mirar con calma. En una carrera donde todo parece orientado a producir —planos, renders, entregas, hitos—, detenerse a pensar se percibe casi como un lujo. Pero entre el cálculo y la forma existe un espacio intermedio, un lugar donde el pensamiento se macera. En ese intervalo habitan las Humanidades: no como algo ajeno a nosotros, sino como la parte invisible que sostiene el gesto de construir.

Estudiarlas dentro de una disciplina técnica puede parecer una contradicción. Sin embargo, la filosofía, la historia o el arte enseñan a ver lo que los programas no dibujan: las personas, sus vínculos, sus ritmos. Permiten entender que cada muro responde a una manera de habitar, y que proyectar es siempre interpretar el mundo. La formación humanística no pretende sustituir la precisión técnica, sino dotarla de sentido; devolverle la capacidad de preguntarse por el porqué antes que por el cómo.

A veces, lo que más falta hace no son nuevas herramientas, sino una mirada más lenta. Las Humanidades introducen esa pausa. Obligan a escuchar, a dudar, a considerar el peso simbólico de cada decisión. Frente al ruido del diseño inmediato, invitan a pensar el espacio como algo que se vive y se recuerda, no solo como un producto que se consume.

También amplían la sensibilidad cultural del arquitecto. La lectura, el arte o la historia abren un lenguaje compartido que permite reconocer los ecos del pasado en el presente. De ahí nacen obras que dialogan con su entorno sin replicarlo, que encuentran belleza no en la novedad, sino en la coherencia.

Formarse en Humanidades no convierte a nadie en filósofo, pero sí en alguien más consciente de lo que construye. Ayuda a entender que la arquitectura no termina en el edificio, sino en las vidas que lo habitan. Que cada espacio, por más sólido que parezca, está hecho también de tiempo y de memoria. Y que, tal vez, el verdadero aprendizaje no está en diseñar más rápido, sino en aprender a mirar más despacio.

Autor: Jaime Parra

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