Siempre una buena educación ha necesitado una gran dosis de flexibilidad. De hecho, la rigidez es uno de los grandes enemigos del aprendizaje. Esto no significa que no pueda haber disciplina, de hecho, una cierta dosis de orden y concierto siempre en fundamental; pero, más en estos tiempo, debemos proponer dinámicas flexibles y amenas de aprendizaje.
Todo esto aplicado en nuestro particular mundo de la arquitectura, no lleva a tener un mantra común: ser como juncos.
Sobre todo esto y mucho más va el post de hoy. ¿Te vienes con nosotros?
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1 La realidad compleja y cambiante
En la era digital, la educación en arquitectura debe integrar herramientas tecnológicas que fomenten la flexibilidad en el aprendizaje. La implementación de plataformas en línea y recursos digitales permite a los estudiantes acceder a información actualizada y adaptarse a diversos estilos de aprendizaje, enriqueciendo su formación.
Además, es esencial promover la colaboración interdisciplinaria, permitiendo a los futuros arquitectos trabajar con profesionales de distintas áreas. Esta interacción amplía su perspectiva y les prepara para enfrentar desafíos complejos en un entorno laboral dinámico y en constante cambio.
A su vez, la flexibilidad en la educación arquitectónica implica la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad. Incorporar conceptos como la sostenibilidad, la inclusión y la humanización máxima asegura que los arquitectos estén preparados para diseñar espacios que respondan a los retos contemporáneos y futuros. De hecho, no solo se trata de diseñar espacios, ser arquitecto hoy implica ir mucho más allá del tradicional proyecto de arquitectura y abordar múltiples aspectos de la realidad desde nuestra mirada propia.
Llegaron nuevos tiempos para la arquitectura desde hace muchos años. Así, el señor supuestamente muy listo subido en la tarima dando clases magistrales, es solo una de las patas de la enseñanza. Seguimos necesitando esta sabiduría, pero el mensaje ya no puede seguir llegando en clases monótonas y aburridas.
Tampoco decimos que todo tengan que ser mensajes de un minuto; pero, la realidad manda, y nuestros alumnos cada vez llegan a clase con más estímulos. Así que, o nos esforzamos en que sientan que las propuestas docentes son amenas y retadoras o estamos perdidos.
Y sí, se pueden seguir enseñando los temas clásicos de siempre, pero, debemos hacerlo con claridad y emoción. ¿Un ejemplo? Echa un ojo a esta clase de Pablo Ramos y verás de qué estamos hablando:
Con todo ello, vemos que los alumnos necesitan cierta alegría y cuidado para sentirse seguros en su aprendizaje. A su vez, la IA ha llegado y nos habré un mundo lleno de posibilidades que más nos vale que aprovechemos cuánto antes (ver aquí).
2 Nuevos métodos docentes
Necesitamos profesores que sean capaces de dejar descansar su ego y que se pongan las pilas en nuevos métodos docentes. Profesores que no olviden que sus alumnos son nativos digitales y que hay que tratarlos como tales. Si los tiempos son líquidos y maleables, no podemos seguir con técnicas del pasado. Toca apostar por métodos docentes cercanos al mundo lean/agile. Si no somos como juncos, nuestros días estarán contados. Desde aquí sí que podremos soñar con alumnos bien formados que cuando desembarquen en la realidad de la profesión no sufran más de lo necesario.
Llegado este punto conviene rescatar las palabras del inventor del concepto de “tiempos líquidos”, Zygmunt Bauman:
“Se ve a la educación más como un producto que como un proceso. Así la educación parece abandonar la noción de conocimiento útil para toda la vida para sustituirla por la noción de conocimiento de usar y tirar. Esa concepción es uno de los retos a vencer. La educación debería ser una acción continua de la vida y no dedicarse únicamente al fomento de las habilidades técnicas. Lo importante es formar ciudadanos que recuperen el espacio público de diálogo y sus derechos democráticos, para así ser capaces de controlar el futuro de su entorno y el suyo propio. Cuando el mundo se encuentra en constante cambio, la educación debería ser lo bastante rápida para agregarse a éste. Estamos ante la educación líquida”.
3 Enseñar a aprender
Así, debemos apostar por una Escuela de arquitectura que se baje del pedestal e intente hablar con sus clientes, l@s alumn@s, de tú a tú. Que no trate a los alumnos como si fueran seres indefensos a los que llenar de datos. La mayoría de la información ya está accesible en la red y de lo que se trata es de enseñar a aprender a los alumnos.
En este sentido, es muy pertinente el post de Enrique Parra publicado en el blog de Fundación Arquia: Preguntas que todo estudiante de arquitectura te hará, si le das la oportunidad (ver aquí).
Es importante que la universidad y sus estudiantes se encuentren lo más cómodos posibles. Por ello, si los estuantes de arquitectura son ya todos nativos digitales, poco sentido tendrá que los profesores no se pongan al día con el mundo 2.0.
Desde Stepienybarno ya hemos dado tres cursos para profesores (uno online para La Unviersidad de México, otros dos presenciales en la Universidad de arquitectura Francisco de Vitoria y en Escuela de arquitectura de Pamplona) y creemos que hay mucha tarea que hacer por ahí.
Nuestra experiencia ha sido positiva y todo lo que sea acercar el mundo de los estudiantes a los profesores está muy bien.
“(…) La Universidad es una paradoja en sí misma: tan lenta en sus reacciones ante la realidad que es anacrónica, y tan rica que de su seno (estudiantes e investigación) surgen las ideas e inventos que encauzan el futuro. Debido a esto, se espera que ante la rapidez de los acontecimientos sean sus integrantes, su comunidad, tanto de profesorado como de matriculados, la que se mueva y así la lenta maquinaria universitaria llegue a cambiar. Lo triste es que no sucede así, es más, se castiga y se maltrata esos movimientos. Lo vemos con la lenta implantación de realidades tan asentadas ya en la sociedad como las nuevas tecnologías o las redes sociales, que apenas se tienen en cuenta en docencia ni, por supuesto, en difusión de resultados de investigación.” Comentaba en un viejo post la arquitecta Blanca Espigares (ver aquí).
Así, mientras nos ponemos las pilas en nuevos modelos educativos y en aprender a sacar todo el potencia de la red, sería bueno no olvidar que los algoritmos cada vez son más potentes. En muchas Escuelas Online hay aplicaciones que te ayudan a diseñar el sendero educativo del alumno. Por todo ello, los profesores tienen que saber ocupar sus lugar y ayudar a que la tecnología no termine creando robots. Cada vez será más necesaria la presencia humana para dar calor y cariño a un mundo 2.0 que puede resultar demasiado frío y aséptico.
Necesitamos marcar un nuevo rumbo educativo de la arquitectura. Un nuevo paradigma en el que las Escuelas de arquitectura sean fundamentales entendiendo que ya no se puede hacer docencia sólo 1.0. La clave está en no perder la cabeza con lo digital y no anclarse a lo de siempre. Nos toca vivir un mundo hibridado y la reducción de arquitectura ha de respirar de esta sinergia que se puede (y debe) dar entre lo digital y analógico.
¿Vamos a ello?
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