El término jardín de invierno conforma uno de los conceptos fundamentales en la obra de los arquitectos Lacaton y Vassal, premiados con el Pritzker en el año 2021. Utilizando para sus obras sistemas de invernaderos industrializados, permiten que sus viviendas tengan un espacio sin climatizar, que ellos denominan “plus” y que crea el jardín de invierno.
Lo más novedoso de estas arquitecturas, lo que más nos sorprende, es el aprovechamiento de una arquitectura destinada a la agricultura y a las plantas. Anne y Jean-Philippe supieron interpretarla de forma correcta para que se convirtiera en arquitectura para las personas.
Sin embargo, sus obras no son el primer ejemplo de un jardín de invierno vinculado a una vivienda. Gaudí, en el año 1883, ya realizó uno en Comillas, para Máximo Díaz de Quijano. El capricho de un soltero de oro que retorna a su tierra después de haber “hecho las Américas”. Para conocer más del cliente, os aconsejo ver el post de Cruz Galindo: La arquitectura. ¿Marca personal?
Tendemos a ver la arquitectura histórica como un bagaje cultural o como conocimiento intelectual, dejando la contemporánea como referente para nuestros proyectos. Sin embargo, toda arquitectura que se mantiene y se puede visitar es contemporánea y nos puede enseñar a proyectar buenos edificios.
Si obviamos las formas o los acabados que nos pueden resultar más alejados de nuestro lenguaje actual, hay decisiones de proyecto que son grandes lecciones en el caso del Capricho de Gaudí:
Un jardín de invierno para recoger la luz del sol en una parcela que tiene las vistas y el mar hacia el norte. En una parcela con pendiente, se aterraza el terreno, ganando altura para las vistas y creando un corazón vegetal y solar, que es el centro íntimo de la casa.
Un jardín de invierno que mejora el confort, ya que a través de su captación solar, calienta todas las habitaciones de la casa que se organiza en forma de U, abrazando el invernadero. Incluso cuenta con un sistema de “gloria” de calefacción que aprovecha el efecto invernadero.
Fuente de la imagen:
JGF arquitectos – acceder a la web
Un jardín de invierno que introduce en la casa un jardín imposible de otro modo en el terreno, porque el propietario tenía plantas traídas de las Américas de climas más cálidos que Comillas. Y además, le permitía disfrutar del jardín en los días lluviosos. Realmente se convertía en un espacio más de la vivienda, el espacio “plus”.
Gaudí, como gran maestro, es capaz de hacer un gran proyecto con situaciones adversas: vistas a norte, cliente que añora un lugar más cálido y con más sol, un jardín de otras latitudes, un terreno con mucha pendiente… Como toda buena arquitectura, cuando la estudiamos, parece que la solución es la única posible, todo encaja, cada decisión soluciona múltiples aspectos del habitar y del bienestar. Además, sigue siendo igual de actual, igual de posible. El maestro da al cliente lo que pide, pero mejor.
¿Seremos capaces de mirar todas las arquitecturas por igual para nuestros proyectos, las presentes y las pasadas?
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