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¿Hablar y publicar porque HAY ALGO QUE DECIR o porque hay que DECIR ALGO?

Hay demasiadas personas que hablan mucho y dicen poco, y son muy pocas las que cada vez que abren la boca nos regalan alguna perla de la que aprender o que merezca la pena ser recordada. La de, periodistas, tertulianos, vecinos, cuñados, profesores y, sobre todo, políticos que cantinflean de más y cuentan de menos. Muchas palabras y poco contenido relevante.

El aprendizaje “significativo” es aquel que nos resuelve dudas relevantes previas o que es capaz de producir un cambio relevante en quien lo incorpora a su vida. La pregunta que une todo esto es: ¿Cuánto de lo que escuchamos, aprendemos, decimos, enseñamos o publicamos responde a preguntas o inquietudes previas, o produce un aprendizaje significativo?

La docencia es el arte de DESPERTAR preguntas relevantes en los alumnos, que los animen a DESCUBRIR respuestas significativas (ojalá que algunas puedan llevárselas del aula, o por lo menos las pistas para encontrarlas por ellos mismos), y que esas respuestas les permitan DECIDIR hacia dónde y cómo conducir su vida.

El gran problema es que demasiadas veces se habla en clase y se publica porque “hay que decir algo”, más que porque “haya algo que decir”. ¿Habría un antídoto eficaz contra la verborrea?

Bastaría con replantearnos algunas cosas: ¿Qué pregunta estás tratando de responder con lo que cuentas? ¿Se pregunta lo mismo que tú la persona a quien te diriges? ¿Puedes cuestionarle qué tiene esto que ver con su vida, para ver si le interesa encontrar la respuesta contigo? Si el inicio de cada clase pudiera ser este, probablemente el nivel de atención inicial sería muy superior. La de veces que he oído a alumnos decir: “¿y esto para qué tengo que saberlo?” Porque no basta con tener las perlas preparadas para el interés despertado, también hay que resultar provocador y atractivo en la forma de compartirlas. En docencia debería resultar sencillo jugar a esto (pese a que no es tan común encontrar maestros que embelesen a los alumnos), porque se proporciona un conocimiento de base, y es fácil seleccionar lo más importante y atractivo para ofrecérselo a quien se inicia en esa ciencia. Actualizarse levemente cada curso y ajustarse al perfil cambiante del alumnado, podría mantener con atractivo la clase año a año.

Cosa distinta es la investigación, donde se espera encontrar cosas relevantes que no sepa nadie. Ensanchar los límites del saber con las aportaciones, sin copiar ni recalentar lo existente, y eso está al alcance de muy pocos. Basta con que te preguntes ¿Quiénes son los grandes maestros que te interesan de tu ciencia? ¿Cuántos son los libros, revistas, artículos realmente imprescindibles de tu área de conocimiento? Los que cambian vidas o el curso de la historia. Los que siempre citas. Probablemente te sobren dedos con las dos manos para contarlos. Esos son los necesarios… los demás son relleno.

Esa es la perversión actual del sistema universitario que vive inmerso en la creciente dictadura obligatoria de la producción científica. ¡Publica o muere! Esto está llevando a una infoxicación donde todo es tan importante que ya nada lo es. A la ingeniería y picaresca de los “ANECA-puntos” por encima del interés real del conocimiento aportado. Se pervierte la naturaleza de la investigación al establecerla como obligatoria para hacer carrera docente. Un científico que publica un estudio cada dos días muestra el lado más oscuro de la ciencia (1)  Investigar y estar al día es imprescindible para ser docente, pero la producción científica debería ser la necesaria punta de lanza del conocimiento y, por tanto, habitualmente impulsada por las mentes privilegiadas, como ha ocurrido a lo largo de la historia. Pensadores capaces de hacer verdaderos y significativos avances, mientras que la docencia es la labor de alimento básico para quienes necesitan nutrirse siempre desde cero. De hecho, los grandes investigadores han dedicado frecuentemente la práctica totalidad de su tiempo a su investigación y no tanto a la docencia del día a día dentro del aula, acompañando el crecimiento académico y personal de sus alumnos. El equivalente doméstico sería exigir que en cada hogar fuera obligatorio cocinar con la Innovación de un restaurante cinco estrellas Michelín.

Cambiar CONVENIENCIA por OBLIGATORIEDAD es lo que pervierte el sistema. Por eso, los Investigadores y universidades intentan escapar de la ‘dictadura de los papers’.(2) Porque se quiere obliga a TODOS a hacer lo que fundamentalmente es propio de los MEJORES. Con todo ello,  ahora se cobra a quien publica (quien ofrece el avance) en lugar de a quien lee y aprende (quien recibe el beneficio), porque el foco ahora no es producir conocimiento significativo para los demás, sino publicar para progresar y no morir uno mismo.

Por eso las editoriales ya no buscan a los autores, sino que son los autores quienes persiguen a las editoriales.

Por eso cuando buscamos a nuestros verdaderos maestros en las revistas de “alto impacto” no les encontramos, pero vemos un montón de nombres desconocidos y tantas veces irrelevantes diciendo cosas insustanciales.

Por eso empiezan a proliferar los artículos que denuncian esta situación, porque ahora ya no investiga quien tiene espíritu y talento investigador, sino todo aquel que no quiere morir dentro de la academia…

Por eso la pregunta pertinente sigue siendo, tanto en el aula como en la investigación, si hablamos y publicamos porque tenemos algo relevante que decir o porque tenemos que decir algo.

1_ ANSEDE, Manuel.  Un científico que publica un estudio cada dos días muestra el lado más oscuro de la ciencia
El País: 3 jun 2023
 https://elpais.com/ciencia/2023-06-03/un-cientifico-que-publica-un-estudio-cada-dos-dias-muestra-el-lado-mas-oscuro-de-la-ciencia.html

2_ SANCHEZ CABALERO, Daniel.  Investigadores y universidades intentan escapar de la ‘dictadura de los papers’
elDiario.es  2 jun 2023https://www.eldiario.es/sociedad/investigadores-universidades-escapar-dictadura-papers_1_10213709.html?fbclid=IwAR3-AngHwKpL7tQ62egckTodvkMNZdh0XgkYq3ud7Kj23E5g0t6GErnX3SA

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Estudió arquitectura en la T.U. Darmstadt, (Alemania) y ETSAM (Madrid). Trabajó en cooperación, en Nicaragua del '95 al '97, y con Alberto Campo Baeza del '97 al '02 con quien fue coautor de la Caja General Ahorros de Granada. Participó en el plan estratégico de la Ciudad de las Telecomunicaciones de Telefónica en Madrid, entre otros proyectos. En ‘02 monta su estudio ARTEctura con obras tan variadas como el Edifico Minerva (c. del Amparo 103 junto a la Casa Encendida de Madrid), el Colegio Highlands los Fresnos (Boadilla del Monte), el plan de rehabilitación integral de la Ciudad de Aguarda (Pontevedra) “Cintura del Tecla”, o el Restaurante SOPA de Madrid entre otras. Formado en Coaching dialógico por el IDDI desde 2008 con especialización en desarrollo directivo y docente. Docente en proyectos en A.I. de la ETSAM, desde '02 y desde 2006 es profesor y director de la Escuela de Arquitectura de la UFV (Universidad Francisco de Vitoria).

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