“La aspiración de todo escritor es provocar el encuentro por primera vez entre dos palabras” decía Borges. “La aspiración quizá de todo joven es provocar el encuentro por primera vez entre dos cuerpos” propone el poeta Fernando Beltrán. Y, probablemente, la aspiración de todo arquitecto es “generar una obra de arquitectura icónica e inmortal”. Un nuevo arquetipo que permita una mejor forma de habitar no explorada hasta ese momento, que cause admiración y sirva de ejemplo y modelo a las generaciones por venir.
La arquitectura se ha democratizado enormemente, y su producción y difusión se han multiplicado de forma exponencial.
Por ello, da la sensación de que, para hacerse notar en el panorama arquitectónico, ya solo cabe inventar nuevas formas excéntricas, que despierten un fugaz “wow” de obsolescencia predecible. Esto es así, en buena medida, porque muchas de las formas propuestas nada tienen que ver con las ventajas que estas producen para sus usuarios, y tampoco ofrecen ninguna reflexión que invite a avanzar más por ese camino. Es como si la máxima de Louis Sullivan “La forma sigue a la función” se hubiera olvidado por completo, y la “utilidad” que Vitrubio exigía a la buena arquitectura se hubiera cambiado por una simple e irrelevante “novedad”.
Estamos en un nuevo tiempo, donde la inmediatez de las redes sociales permite llamar la atención a cualquiera sin una valía demostrada y sostenida en el tiempo. Da igual que sea estado, empresa, político, artista o mera persona. Se busca el “like a granel”, independientemente del valor que tenga lo que lo produjo. Si algo se hace “popular”, o incluso “viral” está bien, independientemente de su valor intrínseco, de su capacidad de perdurar en el tiempo, de su mérito intelectual o artístico, de su profundidad o contribución al bien común. El “populismo” crece alimentado de razonamientos elementales, pero de fácil digestión y aceptación masiva. Lo “viral” parece haberse convertido en algo aspiracional, olvidándonos lo dañino, incontrolable y peligroso que es para la salud y la sociedad en su original significado.
Por esto, es esperanzador que un joven arquitecto, probablemente el más mediático de cuantos hay en el panorama actual, lo sea por ser capaz de idear, explicar, y llevar a buen puerto sus proyectos-manifiesto, superando la transgresión estéril, o la inalcanzable utopía. Cada uno de ellos explora y propone nuevas oportunidades y escenarios para sus habitantes, y ofrece la manera de hacerlo posible con soluciones altamente deseables e inexploradas hasta la fecha. Proyectos que más allá de sus formas novedosas, sugieren nuevos modos de habitar.
BIG en UFV Arquitectura Conferencia de Bjarke Ingels Subtitulada en español
De hecho, podría convertirse en una interesante forma de valorar la arquitectura: ¿cuál es la oferta diferencial del proyecto para sus habitantes más allá de la novedad o belleza de su aspecto? Ante esta pregunta mucha arquitectura enmudece sin respuesta.
Edificios que proponen cosas que no pueden ocurrir en ningún otro lugar. Un edificio que permite llegar en bicicleta hasta su última planta y que reinventa la forma de parcelación de un inmueble (Eight house). Una central de reciclaje y producción energética que pasa de ser algo indeseable en el horizonte urbano, y se vuelve pista de esquí y lugar de encuentro deportivo para la población (Copenhill). Un pabellón nacional visitable en bicicleta que permite recorrer el resto de la expo del mismo modo (Pabellón danés en la Expo 2010). Una montaña habitable que sobre los coches crea viviendas con amplias terrazas verdes mirando al horizonte (The mountain). Zonas de baño para disfrutar del agua del puerto como lugar de lúdico de recreo público. (Copenhaguen y Aarus harbor baths). Un rascacielos con un singular espacio comunitario interior para sus usuarios en la capital del individualismo (Via 57 West de NY). Una ciudad sobre el mar, alineada con las metas planteadas por la ONU como nuevo lugar habitable sostenible abriendo un nuevo modo de vida y relación con el planeta (Oceanix city). Un proyecto para habitar en Marte, que en su prueba piloto en la Tierra explora cómo solventar los grandes desafíos de nuestro planeta: cultivar sin agua, construir y vivir sin residuos, autoabastecerse de energías renovables (Mars Science City en Dubai).
Cada uno de estos proyectos inicia un universo de exploración y debate necesario. Sale al encuentro de las nuevas realidades y problemáticas actuales con soluciones audaces, creativas, posibles y realistas. Y es que la buena arquitectura es la que no solo es deseable sino también probable. BIG, (Bjarke Ingels Group) tiene la capacidad de hacer Arquitectura no solo deseable, sino que además la convierte en realidad.
Queda inaugurada una nueva forma de pensar y realizar arquitectura que supera y desborda el debate de la belleza. ¿Hay algo mejor que proponer?
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