Después de varias exposiciones en torno a la figura de Oíza en el centenario de su nacimiento, como la del COAM o la ETSAM, nos encontramos con la titulada SÁENZ DE OÍZA. ARTES Y OFICIOS en el museo ICO.
Una más podríamos pensar, además de la cantidad de publicaciones que existen de su obra y de los post que nos encontramos en internet; pero, pienso que esta tiene muchas cosas especiales e importantes para un estudiante de arquitectura.
- La exposición reflexiona en torno al arte y al oficio, los dos elementos entre los que gravita la arquitectura, los que juntos la hacen posible, la belleza y el uso. Sin aspirar a la primera y sin dar solución al segundo no seremos buenos arquitectos.
- Vas a introducirte en la obra de alguien que casi podría ser tu abuelo, cercano en el tiempo, pero no de la edad de tus padres o de muchos de tus profesores a los que escuchas con cierta crítica porque no terminas de creértelos. ¡De los abuelos se aprende con más gusto!
- Vas a ver obra seleccionada de una generación que construyó mucho porque en ese momento quedaba mucho por construir en nuestro país, pero vas a descubrir el grado de cariño y rigurosidad hacia todos los proyectos, desde las viviendas unifamiliares hasta dos de los edificios más emblemáticos de Madrid: Torres Blancas o la torre del BBVA.
- Vas a encontrarte con proyectos de arquitectura seleccionados de toda una vida, de muchos tipos y con intereses diferentes e incluso contradictorios que te harán caer en la cuenta de que el proyecto que tienes encima de la mesa es uno más, y que está ahí para que lo disfrutes al máximo, para que te sirva para aprender, pero no para agobiarte por el resultado, porque te quedan muchos más.
- Vas a ver planos de los de antes, planos originales a lápiz y a tinta, únicos como obras de arte. Son planos en los que no se hacía zoom, que permanecían encima de la mesa físicamente hasta que se daban por finalizados, en los que se decidía la maquetación en el momento de empezar, donde se sombreaba y coloreaba… de hecho, algunos parecen cuadros. En ese sentido muchos de ellos salen a la luz por primera vez de su archivo personal-la exposición está comisariada por tres de sus hijos- y vas a poder ver sus dibujos de estudiante.
- Descubrirás maquetas para todo, de experimentación, de construcción, de idea… las vas a poder ver de cerca para apreciar el detalle, desde distintos ángulos. Sin duda una experiencia de la materia que no puedes encontrar en la red.
- Podrás disfrutar, o quizás descubrir, a una generación de brillantes artistas españoles que en algunas ocasiones participaron conjuntamente con Oíza en obras de arquitectura y que influyeron en su obra sin duda. Especialmente intensa es esta relación en el proyecto de la basílica de Aránzazu donde la arquitectura, la pintura y la escultura forman un todo indivisible.
También, aparece en la exposición un concurso nacional donde Oíza, Romaní y Oteíza participaron juntos en el concurso para la construcción de la Capilla del Camino de Santiago, con un fotomontaje o cuadro -como lo quieras llamar- donde paisaje, escultura y técnica nos hablan de un “todo” emocionante, donde la arquitectura se convierte en “casi nada”: en acompañar el paso del peregrino fuera y dentro de la capilla.
- Al ser una exposición que selecciona parte de su obra, los ejemplos expuestos están contados con mucha documentación, podrás aprender de las múltiples cuestiones que se abordan en los planos y maquetas, las distintas escalas hasta llegar al detalle y vas a percibir que la arquitectura es un todo y no una suma de asignaturas. En este sentido, Oíza nos demuestra con sus dibujos de instalaciones, tanto en sus apuntes cuando era profesor de esta asignatura como después en su concepción para sus edificios, que cada cuestión que se cruza con la función y la forma de nuestros proyectos es apasionante.
- Encontrarás múltiples croquis, dibujos a mano alzada de perspectivas, que nos hablan de lo fácil que resulta explicar el espacio sin necesidad de “renders” hiperrealistas o hipermentirosos -no sabría qué decir- pero sobre todo que no requieren llegar al final del proyecto, hacer modelos, esperar una noche a que el ordenador nos entregue el resultado, modificarlos con programas de tratamiento de imágenes… La mano y el lápiz nos pueden hacer soñar desde el minuto uno del proyecto con los espacios que estamos proyectando y nos pueden ayudar a contárselo a nuestros profesores.
- Por último, vas a descubrir algo que no tienes todavía en la escuela: el cliente. Ese ser para el que trabajamos, que no es un enemigo, sino el que nos entrega un problema a resolver, el que nos hace que podamos vivir de nuestro trabajo, el que se queda con lo que construimos y lo habita… Y en esta exposición vamos a descubrir a uno de altura, a Juan Huarte, que trabajó con Oíza y con otros arquitectos de la época, pero también con escultores y pintores. Cuando en un vídeo le preguntan si es “caro” ser mecenas él contesta que es “extremadamente barato”. En el caso de Juan Huarte y Francisco Sáenz de Oíza se percibe que cliente y arquitecto se admiran, y respetan profundamente las obras que tienen entre manos.
Cuando uno está estudiando arquitectura tiene en la cabeza muchas preguntas y un proyecto encima de la mesa con muchos interrogantes, con muchas cuestiones por resolver, con muchas disciplinas dentro de él. Ir a una exposición (yo diría casi una cualquiera, aunque en este caso no lo es), a una conferencia o a un viaje con todas estas encrucijadas a cuestas te hace volver al proyecto que estás desarrollando con algo nuevo descubierto que estabas buscando, con una clave para algo que no encajaba, con nuevas pistas para su desarrollo.
Y entonces descubres que, ir a lugares fuera de lo puramente académico, siempre merece la pena… en este caso, se trata de la última exposición de Oíza: ARTES Y OFICIOS.
Sin lugar a dudas esas conversaciones con «el abuelo», cuando se pueden producir y uno se deja empapar, dejan mucho poso a quien está preparado para recibir la enseñanza.
Muy buen artículo Antonia