NUESTRO VIAJE A ORIENTE

A lo largo de los siglos, Oriente ha sido causa de fascinación en nuestro mundo occidental. Quizás sea porque en el Oriente se percibe la fragancia de nuestro pasado, de nuestros orígenes; algo que no es posible en ningún otro sitio.

Puesta de sol en el Templo de Poseidón en el Cabo de Sunión. [1]

Por el Oriente se levanta cada mañana el sol, haciendo posible la vida y ofreciéndonos la oportunidad de volver a empezar cada día.

En Oriente surgieron las grandes religiones. En Oriente fue localizado el jardín del Edén. De Oriente vinieron los magos.

En Oriente está también el origen de nuestra cultura y de nuestra civilización. Allí surgió la escritura y se desarrollaron los primeros alfabetos. De allí nos llegó después el saber en forma de astronomía, matemáticas, medicina… En el Oriente mediterráneo se ideó la democracia y allí vieron la luz la literatura, el teatro, la filosofía, las competiciones deportivas…

Los romanos y después los árabes bebieron de aquella cultura mediterránea oriental gestada en Creta, desarrollada en Grecia y recogida en la fabulosa Biblioteca de Alejandría, la asimilaron y nos la ofrecieron.

Llegaron desde Oriente los omeyas y, durante los siglos siguientes, aquel bagaje oriental contribuyó a enriquecer lo que hoy es nuestra esencia. Posteriormente, nuevamente Oriente, esta vez en forma de Imperio Otomano, llamó por dos veces a las puertas de Occidente en Viena.

En sentido contrario viajaban los peregrinos a los Santos Lugares, y allí se encaminaron también los cruzados para protegerlos de los abusos de los turcos. Unos y otros retornaron con algo de Oriente en su equipaje.

Posteriormente, al renacer las ciudades y, consecuentemente, las actividades comerciales -casi inexistentes en la economía autárquica posterior a la caída del imperio romano-, se desarrollaron las rutas comerciales, a través de las que Oriente, de alguna forma, se volvía a hacer presente.

El Renacimiento se caracterizó por el interés en la antigüedad clásica, recién redescubierta. Los romanos habían bebido de los griegos, por lo que, si se quería de verdad ”ir a las fuentes”, había que dirigirse a Grecia. Pero Grecia era en ese momento parte del Imperio Otomano y no un lugar adonde se pudiera viajar de forma cómoda y segura.

Serían los relatos de unos pocos viajeros pioneros y, sobre todo, la campaña de Napoleón en Egipto, los que empujaran a Europa a desplegar los mapas del Mediterráneo oriental para localizar las maravillas desconocidas de Oriente, dando inicio un tiempo en que el viaje a Oriente se convirtió en la materialización de un sueño.

Grabado de David Roberts en Deir el Medinet, Tebas. [2]

En el viaje a Oriente tomó cuerpo un afán por descubrir lo desconocido repleto de misterio -culturas pretéritas de gran belleza y sofisticación, sociedades y costumbres ajenas a lo occidental, ciudades milenarias, narraciones de grandes proezas…-, que se presentaba sensual, excitante y cargado de promesas a la vez que poco fiable, hostil y cruel.

El viaje a Oriente podía tener un fin científico, arqueológico, de espionaje, aventurero o podía hacerse simplemente por el placer de conocer lo desconocido y peligroso, pero siempre era un viaje en el tiempo con el anhelo de conocer los orígenes del hombre y siempre era, al final, un descubrimiento de uno mismo aderezado con la posibilidad de vivir grandes desafíos.

El orientalismo surgido de los viajes a Oriente ocupó un lugar preeminente en la cultura y en las artes occidentales. Acordémonos, como ejemplo, de lord Byron, de Kipling, de Víctor Hugo, de Verdi, de Ravel, de Rimski-Kórsakov, de Delacroix, de Ingres, de Matisse o de Fortuny o Gaudí en España.

Lord Byron in Albanian clothes, painted by Robert Wilson (1824), at the Marischal Museum, Aberdeen. [3]

Con estos antecedentes, en 1911 Charles-Edouard Jeanneret, Le Corbusier, dibujante entonces en el taller de Peter Behrens en Berlín, decide emprender su particular viaje a Oriente con su amigo Auguste Klipstein y con muy poco dinero. A través de Bohemia, Serbia, Rumanía y Bulgaria alcanzarán Constantinopla y desde Constantinopla Grecia, para regresar luego, pasando por Italia, hasta Suiza.

A lo largo del viaje, Le Corbusier anota sus impresiones y realiza un montón de dibujos que le enseñan a mirar y ver. Fue cuando descubre la arquitectura como “juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”.

Le Corbusier y su hermano Albert. Incluida en el libro «Le Corbusier luí même» de Jean Petit. [4]

Le Corbusier, 1911. Acrópolis, Cuaderno del Viaje a Oriente n. 3, 98. Archivos FLC ©FLC/ADAGP, 2018. [5]

De sus notas extraerá algunos artículos que más tarde reagrupará y completará para hacer un libro, Le Voyage d’Orient, que debía haber sido publicado en 1914. Pero la Gran Guerra impidió su aparición y el manuscrito quedó arrinconado hasta que, cincuenta y cuatro años después de su viaje, Le Corbusier decidiera por fin nuevamente publicar aquel libro, reflejo de sus vacilaciones y de sus descubrimientos de joven aquel año decisivo para su formación como artista y como arquitecto.

En julio de 1965 -año que sería el de su muerte- corrige el manuscrito y lo llena de anotaciones y, al releerlo, se da cuenta de que todo lo recogido durante el viaje había sido utilizado por él durante sus años como arquitecto. En el texto de sus notas de viaje estaba leyendo las memorias de sus proyectos posteriores.

Anteriormente, en 1933, Le Corbusier había vuelto a navegar hasta Atenas, esta vez acompañado de los principales arquitectos de la vanguardia reunidos a bordo del navío Patris II en el IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, donde elaboraron un manifiesto que fue determinante para la arquitectura del siglo XX, la denominada Carta de Atenas.

This photograph from the RIBA Collections shows CIAM 4 delegates visiting the Temple of Poseidon [6]

Ahora, en 2023, el Grado en Arquitectura de la UFV se embarca también hacia el Egeo en su particular viaje a Oriente con el anhelo no sólo de descubrir la esencia de la arquitectura, como le ocurriera en su juventud al maestro suizo, sino, como fue propio de aquellos viajes a Oriente, de descubrirnos a nosotros mismos.

Autores del post:
M. Cruz Galindo López
Ignacio Sánchez Mingo


Fuente de las imágenes

[1] https://www.getyourguide.es/atenas-l91/desde-atenas-medio-dia-a-cabo-de-sunio-y-templo-de-poseidon-t102461/
[2] https://artemisialatenebrista.com/david-roberts/
[3] https://quod.lib.umich.edu/a/ars/13441566.0047.007/–lord-byron-1788-1824-in-albanian-dress-a-sartorial-response?rgn=main;view=fulltext
[4] https://oscartenreiro.com/2017/11/04/digresiones-24/
[5] https://www.academia.edu/60819503/El_viaje_a_Oriente_de_Le_Corbusier
[6] https://www.ciam6.co.uk/project/making-the-functional-city/

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