El comienzo del mes de octubre del año 2001 no pudo ser más intenso. En primer lugar, porque entregué el proyecto fin de carrera y con él justifiqué emocionalmente una etapa vital. En segundo lugar, porque en el estudio de Alberto Campo Baeza vivimos un triste cambio de ruta en el proyecto de la Ciudad de las Comunicaciones de Telefónica (ahora llamado Distrito Telefónica), consecuencia (o daño colateral) de la tragedia del WTC, que apenas había sucedido un mes antes. En tercer lugar, porque la oficina del arquitecto vallisoletano se lanzaba a desarrollar uno de los concursos más grandes y espectaculares realizados hasta el momento: el Museo de Mercedes Benz en Stuttgart.
La historia del proyecto de Telefónica realizado por Campo Baeza fue intensa, pero breve. En 1999 fue invitado a participar en el concurso de la Ciudad de las Comunicaciones de las Tablas, en Madrid.
Durante varios meses estuvimos preparando la propuesta, que consistía en una imponente torre de 350 metros colocada en el centro del solar, alineada con el eje virtual del Paseo de la Castellana. “Desde Madrid se ve el mar”, se podía leer en alguno de los innumerables bocetos que nos facilitaba el Arquitecto. El trabajo para desarrollar no podía ser más exigente: diez paneles de 168×118,8 cm (dobles DINA-0) con un bastidor posterior de refuerzo, una maqueta de situación de 150×100 cm, una maqueta de acero y metacrilato realizada en taller, y una maqueta de la torre a escala 1:100, que medía 350 cm de altura y se podía desmontar por módulos. Esta gran maqueta tenía todo el detalle imaginable para que al acercar la mirada se pudieran ver las personas, el mobiliario, las particiones interiores, los cuartos de instalaciones, la estructura, etc.
Cuando uno está muy metido en un concurso cree que puede hacerse realidad. Lo cierto es que cuando recibimos el resultado nos llevamos el lógico chasco, especialmente cuando fuimos a ver los resultados en una exposición realizada en el edificio de Telefónica del nº28 de la Gran Vía, que fue terminado de construir en 1929 por Ignacio de Cárdenas Pastor, siendo en su momento el rascacielos más alto de Madrid (hasta 1953… ¿se entiende la indirecta?). El ganador había sido el equipo de Antonio y Carlos Lamela con un complicado edificio horizontal de forma helicoidal. El segundo premio había sido la torre de Alberto Campo Baeza. El tercer premio, un complejo de edificios firmado por la oficina de Rafael de La-Hoz. En la exposición, la torre de 350 metros se mantenía firme y silenciosa frente a la propuesta ganadora, sabiendo que, como es ley de vida, el proyecto acabaría siendo carne de una o dos páginas de algún monográfico. Lo cierto es que dentro del equipo comentábamos que cómo era posible que Telefónica hubiera dejado pasar una oportunidad así, poder construir la torre de oficinas más grande de Madrid, la más grande de España, la más alta de Europa…
Ya en el año 2000, en el estudio de Campo Baeza había mucho ajetreo con las obras en marcha durante la realización de este concurso, como la finalización de la casa De Blas (terminada en el mismo año), la sede central de Caja Granada (terminada en 2001), la casa Asencio en Cádiz (terminada en 2001), así como con la redacción de los proyectos de ejecución de las oficinas de la Delegación Provincial de Salud de Almería (que se terminará en 2002) y de la nueva sede del Grupo SM (que se terminará en 2003).
Sin embargo, entre el año 2000 y el año 2001 se volvió a reactivar “milagrosamente” el proyecto de Telefónica. Según nos contaron, tras la realización del proyecto de ejecución por parte del equipo de Lamela se realizó un exhaustivo estudio de viabilidad por parte de unas consultoras, que señalaron que el proyecto del helicoide que fue primer premio en el concurso era inviable en los términos en los que estaba planteado el concurso. Sin más, el promotor decidió realizar un encargo conjunto al segundo y tercer premiado para que desarrollasen un plan director de la parcela y de los futuros edificios. La torre volvió a ser una realidad. En coordinación con empresas extranjeras (como HOK) el equipo de Alberto Campo Baeza y Rafael de La-Hoz Castanys se lanzaron al desarrollo de la propuesta, en la que una torre un poco atenuada por las circunstancias (medía 250 metros) seguía siendo protagonista dentro de un gran complejo que maridaba plazas, estaciones de cercanías, centros comerciales y un gran parque.
La historia de la caída de la torre ya se ha anunciado, pero se puede resumir en una llamada realizada el 11 de septiembre de 2001 sobre las tres de la tarde. Recuerdo estar viendo en directo la caída de las torres cuando se me ocurrió llamar a mi compañero en el estudio de Campo Baeza, Felipe Samarán, que lideraba el proyecto del plan director y estaba en una importante reunión en el edificio Masters II en la Avenida de General Perón discutiendo el futuro del proyecto. “Felipe”, “Dime Emilio”, “¿Has visto la televisión?”, “Pues no, estoy en una reunión sobre el proyecto de Telefónica”, “Ya lo sé… es que se han caído las Torres Gemelas…”. Lo que vino a continuación fue rápido, silencioso y hasta cierto punto indoloro: lo de hacer un rascacielos era “políticamente” inadecuado. En menos de un mes, Alberto Campo Baeza cedió el diseño de todo el complejo (140.000 m2) a Rafael de La-Hoz. Pocos años más tarde, hemos visto como se han construido no una, sino cuatro torres de 250 metros. ¿Y si Telefónica hubiera apostado por seguir la intuición de Campo Baeza?
En cualquier caso, en el estudio no parábamos. Unos meses antes, en julio de 2001, habíamos recibido la noticia de que Campo Baeza había sido seleccionado para participar en el concurso para la ideación del Museo de Mercedes Benz en Stuttgart. La invitación no podía ser más desafiante cuando recibimos una maqueta de escayola de 3×2 metros para incluir la propuesta. Además, sabíamos que competíamos con otros arquitectos como Kazuyo Sejima, Ben Van Berkel, Hans Kollhoff, Hani Rashid & Lise Anne Couture, entre otros…
[continuará…]
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