Parece que no fuera una coincidencia que Albert Einstein presentase la teoría especial de la relatividad el mismo año que Italia declarase la guerra al imperio austrohúngaro y que Frank Kafka presentase su libro La Metamorfosis. Parece que el mundo estuviese confabulado para organizar los acontecimientos de forma angustiosa e inevitable. Parece que la difícil relación entre el escritor húngaro y Felice Bauer sólo era la gota que colmaba el vaso para que, en 1915, en plena guerra mundial, publicase el relato sobre Gregorio Samsa.
Y es que Ottomar Starke, el dibujante que realizó la portada de una de las ediciones de 1916 [1], supo reflejar con una claridad meridiana el espíritu de toda una época. Se presentaba un hombre apesadumbrado [2] saliendo por una puerta, cabizbajo y con las manos en la cara. Daba la sensación de que estuviera representando los instantes previos de El Grito de Edvard Munch.
El texto de La Metamorfosis, ágil y ameno, me ha suscitado fijar la atención en la habitación del protagonista ya que es, a mi parecer, el elemento vertebrador de todo el relato.
La primera lectura, empapándome de la historia, me ha sugerido realizar un trabajo reconstrucción formal de la vivienda de los Samsa. Esto desencadenó una segunda lectura en la que se iban subrayando los trozos de texto donde se encontraban descripciones sobre los espacios, el mobiliario, las relaciones visuales o las acústicas entre las habitaciones y el exterior.
En la segunda lectura me llamaron la atención los siguientes aspectos:
- Se realiza una descripción pormenorizada del protagonista, Gregorio Samsa, pero se omite la caracterización del resto de personajes. En algunos casos se hace referencia a los gestos, poses y movimientos las personas, pero siempre que participen de la realidad visual o auditiva del protagonista.
- Los personajes se concretan en el texto mediante los diálogos que muestran su carácter, aunque, como se señala en el punto anterior, su aspecto físico es difuso.
- Las descripciones son de los espacios (las habitaciones) y el mobiliario que contienen. Concretamente, dichas descripciones suelen referirse a «lo que se ve o se oye» desde la habitación de Gregorio. En primera instancia se podría entender que se refiere a lo que él percibe.
- La narración, pese a estar en tercera persona, parece que procede del propio Gregorio Samsa. El tratamiento de los sentimientos del personaje principal es diferente al del resto de personajes. Se describe lo que siente y lo que percibe que sienten los demás.
Las reflexiones sobre los sentimientos del protagonista y sobre su prospección en su memoria (quién era, a qué se dedicaba, cómo mantenía a su familia) hacían pensar que la narración provenía de su conciencia. Sin embargo, tras su muerte, el ritmo narrativo continuaba sin interrupción y sin amplificar el contexto espacial del cuarto. Todo seguía proviniendo de la habitación. Incluso la descripción de la familia Samsa alejándose en el tranvía, ya sin Gregorio, sugería un momento de liberación y desvinculación con ese lugar tan opresor. El texto de Kafka es impasible, ya que desde la ventana de la habitación del protagonista sólo se veían dos cosas: una monótona fachada de un hospital y un tranvía.
El relato, en definitiva, podría ser la historia de una habitación que, cuando dejó de escuchar el eco de la familia Samsa alejándose en el tranvía, sencillamente, desapareció del mundo. Habitar, por lo tanto, no significa solo vivir sino dotar de pleno sentido a los espacios cotidianos.
Si revisamos los puntos que me llamaron la atención anteriormente y se focalizan desde el planteamiento descrito, se podría sugerir que la visión existencialista y expresionista de Kafka hacen que el relato sea una muestra de la sociedad del momento. El mundo se estaba dirigiendo de manera irrevocable hacia el desconcierto y la destrucción. La habitación representa lo que permanece, lo que es impasible al tiempo y a lo que allí acontece. Representa también la vinculación de la realidad conocida del espacio construido con la única realidad posible, que es la realidad del mundo que nos rodea. El progreso augura la propia destrucción del hombre y la única salida que nos propone Kafka es la de realizar un éxodo, un viaje a lo desconocido, dejado atrás incluso las cosas que más nos importan.
Este trabajo de reconstrucción planimétrica lo realicé en septiembre de 2013 revisando todos los fragmentos del texto que hacían alusión a los elementos constructivos y decorativos. Hasta donde he podido investigar, nadie hasta el momento ha dibujado esta vivienda. Quizás, a través de vuestra lectura, podamos discutir cómo era la casa de Samsa.
Imagen generada con IA a través del sistema Dall-e utilizando una descripción de la habitación a partir de la información de este post.
[1] Portada de Die Verwandlung, de la editorial Kurt Wolff Verlag de Leipzig en 1916.
[2] El dibujo de Ottomar Starke presenta al padre de Gregorio Samsa instantes después de ver la transformación de su hijo: “… se volvió luego, saliendo con un paso inseguro al recibidor y, cubriéndose los ojos con las manos, rompió a llorar de tal modo, que el llanto sacudía su robusto pecho”.
Deja una respuesta