Mucho ha llovido desde que ser arquitecto era una profesión con abundantes y claras salidas laborales. Antes se estudiaba arquitectura y la mayoría de recién titulados se dedicaba a hacer proyectos de arquitectura.
Hoy esto no es tan claro (ni tan abundante), lo cual no significa que no sea buena idea estudiar arquitectura. Lo que hay que tener claro es que, hemos pasado de dibujar en rotring, a hacer planos en CAD, a realizar proyectos en BIM y, en breve, la IA volverá a poner todo patas arriba.
Así que, nuestra labor como arquitectos será siempre necesaria, pero tendrá que ir adaptándose a los tiempos que corren.
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1 Nuevos tiempos
En su el post de la joven arquitecta Beatriz Martínez (ver aquí) vemos el relato de una arquitecta que se pone las pilas y que lucha por lo que quiere conseguir. Su trayectoria puede inspirar a más de uno y nos encanta que sea así.
A su vez, hay que tener en cuenta que, muchas de las cosas que hoy se hacen en un estudio de arquitectura, para bien ¿o para mal?, pronto las hará una IA.
Además, no hay que olvidar que ser arquitecto hoy va mucho más allá de proyectar y, por poner un ejemplo, en el mundo de los videojuegos podemos tener un campo de actuación muy grande.
No os perdáis el canal de videojuegos y arquitectura de German Valle:
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Otro buen ejemplo es canal de youtube de Pau hablando de arquitectura y cine:
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Por cierto, si estás pensando dónde estudiar arquitectura, no te pierdas el post de Felipe Samarán (ver aquí).
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2 Lo único seguro es el cambio
Hace tiempo Julen Asua, uno de los dos responsables del estupendo blog de Multido, nos dejaba un interesante comentario en el blog, del que rescatamos la siguiente reflexión,
“No hay buenos profesores porque no saben a lo que se dedican ni tienen idea de cómo promover en el alumno las “ganas y la ilusión” por aprender (…) No hay buenos profesores porque no emocionan, ni ilusionan, ni saben despertar las ganas del alumno para equivocarse… para fallar… para arriesgar… para acertar… y en la escuela para qué hablar… Las aulas no son instrumentos para que profesores con problemas de autoestima humillen a un alumno que no sigue sus directrices al pie de la letra… Las aulas no son un juego. Las aulas son el futuro de la profesión… y del mundo…”
Palabras con las que, desde Stepienybarno, no podemos estar más de acuerdo. Las escuelas de arquitectura tienen una responsabilidad mucho mayor de lo que pudiera parecer y es una gran irresponsabilidad que no se asuman una serie de cambios más que necesarios. Los estudiantes entregan muchos años de su vida como para no recibir una formación mejor a cambio. Por ello, hoy nos gustaría centrarnos en qué ocurre cuando se produce el deseado y, a la vez, temido momento del desembarco en el mundo profesional.
¿Hasta qué punto el joven arquitecto está realmente formado o, en vez de ello, queda en manos del destino? Una vez que el alumno termina la carrera de arquitectura, a uno se le queda la sensación de que acaba de subir diez puertos de alta montaña seguidos. Los cinco intensos años de formación, en muchos casos, solo son un prólogo de la gran odisea en la que se puede convertir el PFC (proyecto fin de carrera). Gente que ha ido estupendamente bien durante toda la carrera, de repente, el Proyecto final se le atraganta y se pasan dos o tres años de de su vida sufriendo lo indecible. Otros, por las ganas de hacerlo bien, decidan el mismo tiempo, pero esta vez sin tanto sufrimiento.
3 Luchar contra la precariedad
Suele ser un final de la vida académica un tanto ingrato, pues exige mucha dedicación y, normalmente, en bastante soledad. Cada escuela tiene diferentes planteamientos, en algunas se puede corregir prácticamente cada semana con sus profesores, mientras que en otras, el proyecto será juzgado sin haber tenido prácticamente ninguna corrección. Lo que está claro es que, en muchos casos, los alumnos no acaban excesivamente contentos de este último envite universitario.
Pero, estaría bien plantearnos qué es lo que ocurre hoy día cuando se ha conseguido la gran machada, cuando ya se es arquitecto y con toda la ilusión del mundo se desembarca en el “mundo real”. No olvidemos que la mayoría de las universidades no dejan de ser una gran burbuja en la que se habla de arquitectura, pero no se explica qué es lo que significa ser arquitecto o, por lo menos, no se habla demasiado en los términos que a continuación analizaremos.
Lo primero que quisiéramos poner encima de la mesa, es que no tiene nada que ver haber acabado Arquitectura en los dos últimos años o haberlo hecho hace seis o siete. En igualdad de condiciones, para aquellos que terminamos antes todo ha sido mucho más fácil. Evidentemente, la situación no era tampoco ideal, pero en comparación a la actual había muchas posibilidades laborares. A día de hoy, creemos que el alumno, salvo rara excepción, desembarca en la práctica profesional de la arquitectura con poca ilusión y siendo bien consciente de la precariedad del sector. Si por lo que sea el exalumno no es muy consciente de la cruda realidad, en cuatro días se dará cuenta de que esto no es el mundo idílico que se le presentó en la Universidad.
También nos gustaría destacar que, para los pocos que tengan la suerte de poder redactar un proyecto de ejecución, éstos tienen la manía de tener normativa, presupuesto y cliente. Sí, sí, son de esos que de los que tan poco se habla durante los años de escuela, pero que en la vida real, nadie nos librará. Ya no habrá un mes para pensar la idea, ni, seguramente, dará tiempo de hacer dos o tres maquetas, ni las ideas rocambolescas que han ido colando durante toda la carrera, aquí tendrán mucho peso.
Sin negar que, lo más importante de cada proyecto seguirá siendo la idea que lo genere, ahora aparecerán un sinfín de acontecimientos que harán que ese proyecto llegue a tener cierto cuerpo o se quede en agua de borrajas. Por suerte o por desgracia, los honorarios, certificaciones y plazos de entrega pasarán a un primer plano. Nos gusté o no, somos parte del mundo empresarial, aunque parece que tenemos cierta tendencia a olvidarnos de ello. A pesar de ser arquitectos, tenemos que hacer el IVA, contratos (cuanto mejor redactados mejor) e incluso alguna retención que otra.
No suena tan excitante como hablar de luz, medida y espacio, pero es necesario ponerse al día de estos menesteres. Un estudio de arquitectura es una empresa (quizás con ciertas peculiaridades, pero una empresa, al fin y al cabo), pero por una razón u otra, parece que en muchas escuelas de arquitectura no interesa hablar de esta realidad.
Quizás sea el miedo de que más de uno se desapunte antes de empezar.
Esto solo han sido algunas pinceladas sobre este determinante momento de la llegada al mundo laboral de la arquitectura. Pero, a buen seguro, a vosotros se os ocurrirán un montón de temas igual de importantes o más que los que hemos señalado.
Autores de la entrada: Stepienybarno
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